El 17 de agosto, aprovechando que la meteorología abrió una ventana con temperaturas más bajas, realicé una ruta que tenía muchas ganas de hacer. Fueron 543 kilómetros de carreteras a veces imposibles (Muralla China) de montaña. Pueblos construidos con piedra negra (de la zona) que han mantenido su esencia y otros que han sucumbido a la comercialización de casas rurales.

Como decía, cruzar la Muralla China fue un espectáculo. Firme de hormigón rallado, curvas con un desnivel enorme (los vehículos con una separación de ejes de más de 2 metros y de poca alzada, se pueden quedar haciendo el balancín). Para llegar hay que tomar un desvío en la carretera GU-186, entre los pueblos de El Espinar y Campillo de Ranas a la GU-194. Ahí comienzan las primeras dificultades: asfalto descarnado, mucha gravilla… mucho cuidado. En dos kilómetros comienzan las curvas, pero lo mejor viene cuando comienza a coger grados de pendiente. Con una moto tan grande y pesada como la mía hay que manejar con mucho mimo el «no» gas y el peso en cada giro.
Comencé la ruta con los neumáticos gastados y la terminé lisos.