Ha sido la primera etapa en la que no voy solo. Mi compañero de viaje ha sido Borja, gran amigo y con el que me siento muy muy tranquilo y compenetrado en carretera, a pesar de los muchos años que le llevo. 550 kilómetros muy disfrutados a pesar de tener que regresar sobre los kilómetros recorridos (por segunda vez consecutiva). Esta vez la causa fue la nieve que cortaba la bajada del Puerto de la Peña Negra. Tampoco nos importó mucho… aunque creo que Borja lo agradeció ya que si hacemos la bajada de la cara norte se le congelan las manos seguro.
Hicimos muy buenos puertos. Hasta llegar a la cima del Puerto de Mijares el recorrido fue noche, nublado y toda la subida con niebla… ¡cómo me gusta curvear con niebla por carreteras «olvidadas»! Descendimos por la cara norte sin una pizca de niebla pero con una temperatura muy baja que rondaba entre 1º y 4º. Pasamos por pueblos de mucha vida y otros ya abandonados. Villanueva de Ávila y Navarrevisca nos saludaron antes de tomar rumbo a Herguijuela, situada a mitad del puerto de la Peña Negra que aún muestra el núcleo importante que fue hace muchos años enlazando ambas caras de la cordillera.






La subida al Puerto de la Peña Negra fue, a diferencia del de Mijares una subida limpia con excelente visibilidad y vistas a la Sierra de Gredos nevada. Eso sí, ganábamos altura y perdíamos temperatura. Un par de kilómetros antes del puerto tuvimos que tomar precauciones en las zonas de sombra porque el brillo del «asfalto» nos mostraba que la temperatura que marcaba el termómetro (1º) no era broma. Doscientos metros antes de la cima ya vimos nieve en las cunetas, aunque la carretera estaba limpia… cara sur y el sol dándole de frente. Al llegar, había más nieve y el termómetro indicaba -0,5º. Borja llegó con la mano derecha insensible de frío. Paramos a disfrutar del paisaje, del frío y del tubo de escape de la moto de Borja. Dicen que el español piensa bien pero tarde… y yo creo que piensa bien pero no ejecuta. Pensé asomarme a la bajada para ver cómo estaba ya que supusimos que iba a estar muy delicada…









… y cuando coronamos y tomamos la primera curva vimos que la carretera estaba nevada varios kilómetros. Ni lo dudamos, media vuelta después de tomar fotos de las maravillosas vistas. Borja tomó el mando y lo que eran pocos kilómetros para llegar a Piedrahita se convirtió en una ruta hacia El Barco de Ávila. Aquí paramos a repostar y comer los bocatas que había preparado. Agua, zumo y café con leche calentito. Todo sin interactuar con nadie y las medidas de seguridad convenidas.
Al salir de El Barco de Ávila la cámara frontal agotó la batería (olvidé recargar con la batería externa) y ya no grabó más. Al mismo tiempo el navegador comenzó a volverse loco, por lo que pedí a Borja que abriera ruta ya que dispone de un navegador que no falla, su mente. Recorrimos el valle hacia Navalmoral por unas carreteras preciosas y unos parajes de ensueño. Cañones rocosos, ríos bravos, cascadas, pueblos que parecía de un Belén…
Encaramos hacia Ávila, donde me puse delante y el navegador nos hizo una ruta turística completa de la bellísima ciudad, pero por la zona de urbanizaciones 😦 Pusimos rumbo al este para encontrarnos con el Puerto de Navalperal de Pinares, excelente. La idea y la ruta diseñada pasaba por Peguerinos para tomar la «carretera» hacia el Puerto de Abantos y bajar a San Lorenzo de El Escorial. El aviso que tuvimos en Peña Negra nos convención de no intentarlo y fuimos hacia la Cruz Verde, por esas carreteras de montaña tan sorprendentes. Santa María de la Alameda, Robledondo.
Tras la parada obligatoria en el mirador Ángel Nieto, iniciamos la bajada hacia Robledo de Chavela y Cebreros. Guiaba Borja con maestría. La tarde expiraba y tomamos la sensata decisión de iniciar la vuelta por Aldea del Fresno y Navalcarnero.
El navegador, de manera definitiva, se volvió loco y comenzó a mostrar pantallas que desconocía y que no tenían ningún sentido, llegando a bloquearse.
Llegamos a casa 12 horas después de haber salido, de noche a noche, y 550 kilómetros. Borja hizo unos 600 por el tramo de enlace desde su casa a la mía. Cuando paramos en la puerta de mi casa estábamos de acuerdo, había sido un gran día y con ganas de más.
Os dejamos el vídeo resumen (hasta donde grabó la cámara, una lástima) Es un poco largo, pero de verdad merece la pena.