Después de la caótica ruta XVI, de la que no he escrito porque no había mucho que decir, llega el recorrido más inesperado y sorprendente, al menos para mí. Como ya sabes, me gustan las carreteras inéditas, desconocidas, para que se parezca lo más posible a lo que me voy a enfrentar en el reto NORDKAPP6060. Esta vez diseñé una ruta por la Sierra norte de Guadalajara de poco más de 500 kilómetros. Una de las más cortas desde que comencé la preparación hace más de un año.
Los primeros 100 kilómetros, porque así lo quise en esta ocasión, fueron de autovía hasta la salida de la A-1 hacia Torrelaguna. Los 100 últimos, el mismo recorrido. Por tanto, ruta, ruta, 320 kilómetros. Debían ser muy intensos para recolectar experiencia y emociones.
Salir de la autovía y entrar en una carretera «normal» fue una alegría, pero el cuerpo no respondía. Tantos kilómetros de aburrimiento y poco movimiento hicieron que tanto la mente como los músculos tardaran en reaccionar. Las primeras curvas antes de llegar a Torrelaguna (curvitas) me costaron encontrar el punto. Iba sin ajustar la entrada y la salida… patética. Pasé Torrelaguna y Patones con esa sensación de «hoy voy a sufrir». ¡Ojo en la salida de Patones! a unos 100 metros de salir y la señal de permitido adelantar, hay un badén, que aunque señalado, no se ve y te lo puedes comer pero bien.
Inmediatamente tomé el desvío a la GU-123. Después de una recta y unas primeras curvitas, en las que seguía «atascado», me encuentro con varios kilómetros de curvas enlazadas sin parar… a la cuarta ya estaba al 100%. Disfruté cada una y fui ajustando poco a poco los ángulos, frenos y marchas. ¡Cómo disfrutaba! Un calentamiento extraordinario para lo que me esperaba.
Pasar Tamajón fue abrir la puerta de la felicidad más absoluta. Curvas, paisajes, montañas, ríos… y verde, muy verde. El firme ya no importaba porque todo fluía. Lo que tanto espanta al Director General de la DGT, el FLOW de los moteros, alcanzó un nivel muy aceptable y no bajó hasta que volví a tomar la A-1. Más bien subió a picos de éxtasis en algunos puntos.
Hiendelaencina a Villares de Jadraque… qué barbaridad de carretera, qué curvas y recurvas de todo ángulo e inclinación, muchas sin visibilidad que exigen extremar la precaución y a la vez exprimir el pilotaje para no bajar el ritmo. Una vez en el altiplano, parada de asimilar y alimentarme.
Justo antes de culminar la subida y parar en la recta, en una curva cerrada a derechas, con mucha visibilidad (gracias a Dios) antes de llegar vi un coche que bajaba y pensé… este no me ha visto porque por aquí solo debe circular él. Menos mal que frené antes de la curva esperando a que pasara, pues menos mal porque el hombrecito la tomó completamente cerrada. El rato de estar parado regresó y ni parpadeó mientras no le quitaba ojo.
Desde aquí ruteo del bueno pasando por Bustares, Aldeanueva de Atienza, El Ordial, Arroyo de las fraguas, Umbralejo, La Huerce, Valdepinillos, Condemios de abajo, Villacadima y Santibéñez de Ayllón. Cualquiera en su sano juicio hubiese continuado circulando por la SG-945, una carretera muy bien asfaltada y divertida, pero no, siempre buscando el plus. Así que me desvié por lo que parecía una carreterilla que me haría sufrir. Pero el recorrido lo diseño yo y voy a muerte. Efectivamente, una carreterilla con muchos baches y gravilla, pero divertida ¡oye! El Negredo, Madriguera, Villacorta y Alquite fueron los pueblecitos por los que pasé antes de la entrada majestuosa a Riaza.
Rodar por sus calles empedradas es como cabalgar en la Edad Media. Soñar es gratis, de momento.
Después de repostar y llenar bien el depósito de la moto me encaminé a tomar la carretera de Riofrío de Riaza. Malísimo asfalto pero inconmensurables vistas. Toda la subida fue un disfrute, cuando podía quitar la vista de los baches y mirar el pequeño embalse de Riofrío entre las hayas, del hayedo de la Pedrosa, iniciando los brotes y manteniendo, después del duro invierno, alguna hoja seca como queriendo recordar su momento de aparición.
Culminar el Puerto de la Quesera exige parar y disfrutar de las vistas…
Seguir para entrar en el «camino rural», como anuncia un gran cartel, vuelve a ser aventura. Lo que me esperaba fue cautivador. La carretera (porque era carretera) era sometida por la vegetación y algunos tramos se hacían tan estrechos que un coche no pasaría sin arañarse con las zarzas. En el vídeo resumen podréis disfrutar de los maravillosos paisajes que recorrí. Y por fin llegué a la pradera de Heidi, con su refugio de piedra. Tuve que parar y allí me quedé para comer y relajarme a la sombra de una zarza. Toda una experiencia casi mística.







Como para quedarse a vivir la primavera.
Continué hacia Majaelrayo alucinando con todo lo que veía. Atravesando el Hayedo de Tejera Negra y permanentes subidas y bajadas… sin dejar de tumbar en la hermosa colección con la que te acompaña la ruta.
Al llegar a Campillo de ranas tienes la opción de continuar hacia Espinar y una carretera más «amable» o transportarte a la Muralla China. Por supuesto que la opción elegida era la segunda. Un trazado de curvas de 180º y una pendiente terrible, aderezado con un firme de hormigón rayado. Todo un espectáculo para la vista y para pilotar. Finalizas la experiencia china y llegas a Corralejo donde todo vuelve a la normalidad…
Carretera fantástica y culmino el Puerto de la Hiruela. Todo va como la seda y el «flow» es constante (dedicado a «Pera» Aragonés) y la seguridad máxima. Moto, carretera y piloto se sienten como uno solo.
Bajar La Hiruela y a continuación subir el puerto de la Puebla. Comentar que toda esta zona está siendo reasfaltada por lo que curvear en estos puertos es ya sublime. ¿Transitará la Vuelta Ciclista de España por estos puertos? Bajar o subir la Puebla dirección La Puebla de la Sierra es una delicia porque trasciende al tramo entre pueblo y puerto. Son muchos más kilómetros de espectaculares paisajes y maravillosos tramos de curvas, que no dan descanso.
Todo es descenso por Robledillo de la jara, Peñáguila y El Berrueco, cortando el embalse del Atazar, siempre imponente. En un lugar de este tramo la caja de cambios, en concreto el sistema de cambio PRO, se bloqueó. Me llevé un buen susto porque llego a la curva utilizando el freno-motor (bajando marchas) y utilizo el freno para acompañar a la moto en el giro, y cuando no entraron las marchas tuve que frenar fuerte lo que me desestabilizó. A partir de ese punto a la «antigua» usanza.
!Gran ruta¡
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